Fue entonces cuando se cayeron todos los velos. Lo que llevaba tanto tiempo buscando era esto: regresar a mi cuerpo. Me había olvidado de él, no solo en mi proceso personal, sino durante toda mi vida. Me había enfocado tanto en los centros energéticos superiores que había descuidado la materia, los centros energéticos inferiores. Había olvidado encarnar y materializar todo lo aprendido, lo que explicaba por qué siempre sentía que mis procesos se quedaban incompletos. En ese momento comenzó mi viaje de regreso a mi cuerpo, mi templo. Descubrí que, a una edad temprana, un trauma me había desconectado de él, haciendo que viviera en un estado constante de supervivencia. Aprendí, de primera mano, que el cuerpo también tiene memoria, y decidí aprender y trabajar con él para liberarlo y compartir este proceso con otras mujeres que, en algún momento, también se desconectaron de su cuerpo.

Al empezar a encuerpar, a través de la energía femenina, puede traer mi cuerpo de nuevo a un estado de paz y calma interna. Pude fluir con la vida y confiar en ella, reconectar con el placer y mis emociones. Y, poco a poco, mi cuerpo comenzó a relajarse, saliendo del modo de supervivencia que, hasta entonces, había sido su zona segura. Este proceso no solo me impactó emocionalmente, sino también en todos los niveles físicos.

Hoy en día, sigo aprendiendo de nuestro vehículo en esta tierra: el cuerpo. Pero es parte de mi propósito compartir contigo, a través de esta comunidad, todo lo que me ha ayudado y me sigue ayudando a sentirme segura y en casa, a tomar de nuevo mi poder de vuelta y liderar mi vida como las mujeres soberanas que somos.

Gracias por confiar en mí y en este espacio. Estoy aquí para caminar contigo en tu proceso, para que juntas podamos recordar la fuerza y el poder que siempre han sido nuestros.